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  • Foto del escritorAlejandra Pintos Anelo

¡Bienvenidos!

Uno de los recuerdos más vívidos que tengo de mi infancia es del día en el que me regalaron mi primera máquina de escribir. Siempre me había gustado leer e inventar historias, se ve que esos mundos fantásticos creados por mí o por otros me resultaban mucho más atractivos que la realidad.


Con el tiempo me empecé a enamorar de la figura del escritor (desde un punto de vista bastante idealista y romántico), quería pertenecer al panteón de los grandes autores y eso incluía la máquina de escribir. Por suerte, mi padre, gran acumulador de objetos, tenía dos Olivetti en un galpón. Una celeste y una beige. La primera fue para mí y la segunda para mi hermano.


Lo de la máquina tal vez era una buena idea, pero en la realidad probó ser bastante difícil de usar para una hija de los noventa, acostumbrada a poder copiar, borrar y pegar. Sin embargo, escribí unos lindos cuentos en la Olivetti, siempre celebrados por mi madre. Después pasó a ser un objeto decorativo en mi cuarto.


Y así como la máquina fue juntando polvo, progresivamente dejé de escribir para mí. La confianza que tenía en mis textos de niña fue desapareciendo a medida que fui entrando en la adolescencia. Incluso recuerdo participar de un concurso de escritura del liceo con un cuento de vampiros solo porque estaba de moda Crepúsculo; no creía que algo que partiera enteramente de mí fuera digno de presentarse. Para mi sorpresa, ganó uno de los populares de mi clase, que aparentemente tenía un costado sensible. Quién diría.


Toda esta introducción larga (y tal vez irrelevante) viene a explicar por qué hice esta página. Ya sé que el auge de los blogs fue hace diez años o más y que debería haberlo hecho mucho antes. Pero, lo cierto es que no confiaba en mi voz y mucho menos en mi forma de escribir. Tuve que atravesar cuatro años de licenciatura en Comunicación y cinco años trabajando como periodista como para creerme digna de un blog. También el impulso surge de las redes sociales, particularmente de Instagram, donde he sentido un cálido apoyo de mis seguidores (suena a algo que diría un famoso berreta, pero quiero agradecerles, de verdad).


Hoy siento que tengo algo para decir. Y los invito a acompañarme


Perdón el cliché de la imagen de portada.

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